lunes, 27 de diciembre de 2010

Al parecer era cierto

Todas esas leyendas lo eran. Todas las historias que se narraban en el pueblo comenzaban a parecer reales. Todas esas narraciones que habían llegado a sus oídos.

«Es un monstruo... No te acerques a él...».

Todos esos gritos la atormentaban ahora que se encontraba sola y en medio de aquel tenebroso bosque. Esos cuentos que había creído ella que habían sido ideados para que los más pequeños se durmieran pronto ahora parecían nacer entre las tinieblas.

Estaba sola: únicamente ella y el bosque.

Había gritos en la oscuridad, animales nocturnos llenos de un hambre voraz.

Y ella lloraba. No sabía a dónde ir, qué hacer. Se sentía completamente estúpida por haber pensado que él no era como los aldeanos decían que era.

«¡Es un monstruo!».

«No, no lo es...».

Pero sí, sí lo era.

La había destrozado, la había abandonado en medio de la nada; y la nada era fría y daba miedo...

Se lamentaba. Lamentaba haber creído en él.

Sus lágrimas caían congeladas al suelo y mojaban las flores del invierno.

Estaba herida.

Había corrido durante demasiado tiempo. Horas y horas perdida entre los árboles.

Estaba hambrienta, soñolienta y tiritando.

Intentó izar su cuerpo, pero ya era tarde...

El frío invierno había finalizado su trabajo; y, en ese momento, yacía un cuerpo helado en medio de todos esos árboles y arbustos al cual los feroces animales se acercaban para alimentarse...

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