lunes, 2 de mayo de 2011

Digamos que hizo tormenta



Digamos que llovió como nunca antes lo había hecho, que tuvimos miedo de mojarnos y que por eso no salimos de casa aquel día. Digamos que tronó tan fuerte que nos entró el pánico y decidimos permanecer encerrados en nuestros hogares tiritando de frío. Digamos que un relámpago nos cegó y no nos dejó ver aquel bonito futuro que nos estaba esperando, y que por ello decidimos encerrarnos en la oscuridad y separarnos el uno del otro. Digamos que aquel rayo fue el culpable de nuestra distancia, que se interpuso entre nosotros y nos llevó a extremos diferentes del mundo.

Digamos que hizo tormenta. Así tendremos la excusa perfecta para todas esas estupideces que cometimos aquel día sin salir de casa.

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