Digamos que
llovió como nunca antes lo había hecho, que tuvimos miedo de mojarnos y que por
eso no salimos de casa aquel día. Digamos que tronó tan fuerte que nos entró el
pánico y decidimos permanecer encerrados en nuestros hogares tiritando de frío.
Digamos que un relámpago nos cegó y no nos dejó ver aquel bonito futuro que nos
estaba esperando, y que por ello decidimos encerrarnos en la oscuridad y
separarnos el uno del otro. Digamos que aquel rayo fue el culpable de nuestra
distancia, que se interpuso entre nosotros y nos llevó a extremos diferentes
del mundo.
Digamos que hizo tormenta. Así tendremos la excusa perfecta para todas esas estupideces que cometimos aquel día sin salir de casa.
Digamos que hizo tormenta. Así tendremos la excusa perfecta para todas esas estupideces que cometimos aquel día sin salir de casa.
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