Pero ha cerrado la puerta, con candado y todo. La ventana está tapiada y las paredes, insonorizadas.
Nadie sabe qué ha pasado y todos lo ven normal. Parece que el mundo está acostumbrado a esas extrañas actitudes de la gente. Caminan, tropiezan; siguen adelante y caen. Caen en un agujero frío y oscuro que cada vez parece más agradable y cómodo, a pesar de ser tan vil y cruel (los separa del resto).
El mundo continúa con su peculiar movimiento: gira, permanece girando y arrastra a las personas a ese terrible agujero tan acogedor y embaucador a la vez. Todos prosiguen el mismo camino, se cierran en él. Y nadie es capaz de abrir esa puerta que tienen delante de sus narices, la que oculta el verdadero paradero de los que parten y caen al agujero.
Nadie sabe qué ha pasado y todos lo ven normal. Parece que el mundo está acostumbrado a esas extrañas actitudes de la gente. Caminan, tropiezan; siguen adelante y caen. Caen en un agujero frío y oscuro que cada vez parece más agradable y cómodo, a pesar de ser tan vil y cruel (los separa del resto).
El mundo continúa con su peculiar movimiento: gira, permanece girando y arrastra a las personas a ese terrible agujero tan acogedor y embaucador a la vez. Todos prosiguen el mismo camino, se cierran en él. Y nadie es capaz de abrir esa puerta que tienen delante de sus narices, la que oculta el verdadero paradero de los que parten y caen al agujero.
Es imposible entrar y llegar a su interior.
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