No era por
llamar la atención, sino por puro egoísmo, por encontrar la relajación. Solo necesitaba
olvidar todo durante un pequeño pero placentero instante. Necesitaba dejar de
pensar en el ayer, ahuyentar sus fantasmas. Esos espíritus la atormentaban y la
hacían pensar que su lugar no se encontraba en ese mundo, que ella no merecía
entrar, que su nefasto comportamiento no era digno de tal ventura. Cada vez
encontraba más motivos para partir. Y de ahí, sólo de ahí, erradicaba su
supuesta irracionalidad.
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