Todo va bien.
Todo va mal.
Todo va genial.
Todo va fatal.
Todo va perfecto.
Todo va de forma horrible.
Pero ellos insistían,
perseveraban. No querían zanjar tan rápido. Debían intentarlo y demostrar que
era posible, que ellos lo habían conseguido.
Y cada vez parecía más imposible.
¿Realmente podían esperar? ¿Eran poseedores de tal cantidad de paciencia? Esperaban
que sí, mas no lo sabían con verdadera certeza. O, al menos, por el momento.
Y de momento, lo único que debían
procurar evitar eran los juegos inútiles e infantiles que tanto daño causaban
por tratarse supuestamente de inocentes entretenimientos.
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