A veces una necesita estar sola para reflexionar acerca de sus cosas, acerca de su vida; pero otras veces una necesita estar en compañía, necesita notar el calor de otras personas, un abrazo sincero, un firme apretón de manos.
Una anda por la calle tan tranquilamente y se pregunta si los demás también necesitan hablar, si están buscando a alguien en quien desahogarse, alguien en quien apoyar la cabeza para llorar. Una camina y ve gente con prisa que no parece triste, gente que la mira y seguidamente la ignora sin más; pero luego se para en un semáforo en rojo y piensa que igual ella tampoco lo parece, y por eso nadie se detiene...
Enciende su Facebook en el ordenador esperando ver un «me gusta» suyo en su nueva foto de perfil, un comentario o un mensaje privado. Mira cada segundo el móvil esperando recibir un mensaje suyo también y se pregunta si él está ahí, en la misma situación que ella, esperando lo mismo que ella.
Mas no hay respuesta. Nunca la hay. Se hace de noche y se tumba medio desnuda en la cama, como siempre, tapada hasta el cuello, sin saber si él ha estado o no ahí. No sabe si hay alguien ahí, como ella, pensante, ausente, distraída...
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