domingo, 23 de marzo de 2014

Excusas

No me ha sonado el despertador. Mi madre no me ha despertado como todos los días en los que olvido levantarme. He dormido como un lirón. Hoy los hijos pequeños de mis vecinos, los que de buena mañana ya están siempre dando brincos y chillando por toda la casa, apenas han hecho ruido y me han dejado dormir en paz.

No sabía qué ponerme y me he probado catorce vestidos para decantarme por el primero que me he probado. No sabía si haría frío o no y me he vuelto a cambiar de ropa por algo un poco más abrigado. He visto por la ventana el tremendo sol que hacía y he salido al balcón para comprobar que hacía calor y me he vuelto a poner el vestido que llevaba. No encontraba zapatos que combinaran con el vestido.

He perdido demasiado tiempo lavándome y planchándome el cabello. No encontraba los ganchos del pelo. Al parecer he perdido casi todos mis coleteros. No sabía si hacerme un moño, cualquier tipo de trenza, o una simple coleta alta. He decidido hacerme una trenza holandesa y la he tenido que repetir tres veces porque de los nervios no me salía bien. Al final me he deshecho el peinado y me lo he dejado suelto para aprovechar bien que me lo había planchado.

Pretendía maquillarme y no sabía ni por dónde empezar. He empezado poniéndome sombra de ojos, pero me ha quedado tan marcada y exagerada que he decidido lavarme otra vez la cara y comenzar de nuevo. Me he perfilado los ojos de negro. Me he puesto un poco de rímel únicamente en las pestañas superiores. Me he probado todos los pintalabios que tenía en mi cuarto y todos los pintalabios que mi madre guarda en el baño y he tardado casi diez minutos en decidir ponerme solo brillo, ya que es lo que creo que mejor me queda.

Mi móvil se ha quedado totalmente sin batería justo cuando te iba a enviar un mensaje para decirte que tardaría más tiempo del que pensaba y no he podido ponerlo a cargar porque iba con el tiempo justo. No he creído tener el tiempo suficiente como para encender el ordenador y enviarte un privado por alguna de las redes sociales que compartimos. He olvidado llamarte desde casa. No recordaba tu número para llamarte desde una cabina.

He perdido el autobús. He perdido el metro. He perdido el tren.

Me he perdido porque me oriento peor que una mosca buscando una ventana abierta. Un hombre muy educado se ha equivocado al darme las indicaciones para llegar a mi destino. He perdido un pendiente en medio de la calle y me he puesto como loca buscándolo. Una señora demasiado amable me ha confundido con su nieta y ha decidido informarme acerca de a qué hora hemos quedado este domingo próximo para la comida familiar de todos los meses.

Estaba demasiado cansada y me dolían demasiado los pies como para ponerme a correr, sin contar que llevaba vestido y, si me ponía a correr, se me veía la ropa interior por culpa del viento.

Lo siento.

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