lunes, 7 de abril de 2014

El fin del mundo, probablemente

¿Te imaginas un mundo en el que no exista la literatura? ¿Un mundo en el que no exista la escritura de ningún tipo? ¿Un mundo en el que a nadie se le ocurra: ni hacer historia ni hacer historias, ni plasmar los pensamientos de su sociedad ni los suyos propios, ni escribir el día a día de un famoso ni su día a día en un diario personal? ¿Te imaginas un mundo en el que nadie deje correr su imaginación para expresarse? ¿Un mundo, por tanto, en el que nadie, absolutamente nadie, lea? ¿Un mundo en el que nadie sea capaz de dejar volar su imaginación para recorrer fantásticos mundos hechos únicamente a base de papel y lápiz? Sería un mundo sin libros, sin libretas, sin páginas web, sin blogs, sin servicios de mensajería, sin correspondencia. A mí me da verdaderamente miedo pensarlo.

Pues imagínate ahora si, de repente, en un mundo en el que sí existen todas esas genialidades y maravillas, dejan de existir. Un mundo que, habiendo saboreado las delicias mencionadas, se vuelve mudo. De repente a aquel escritor tan famoso no se le ocurre cómo proseguir con su trilogía; aquella anciana se queda en blanco en mitad de su poema; aquel niño se despierta un día sin saber escribir en su diario; a aquella jovencita enamorada no se le ocurren sentimientos para guardar...

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