¿Conoces esa sensación de despertarte en mitad de la noche de súbito y sobresaltado? Te mentiría si te dijera que yo no la conozco, que no me ha pasado nunca, y te mentiría si te dijera que no me ha pasado esta noche.
Te cuento:
Me he levantado de pronto y sin razón aparente,
con la respiración agitada y el cuerpo tembloroso. La cabeza me daba demasiadas
vueltas, así que he intentado calmarme un poco antes de seguir pensando.
«¿Por qué?», me he preguntado a mí misma, «¿por
qué te has ido?». No hablaba de mí, obviamente, yo jamás me iría (quiero al
menos pensar que yo jamás me iría)... Igual debería haberlo preguntado de otra
manera más clara, para que se viera que hablaba, no de un «tú» interior y más
personal, sino de un «tú» real, de otra persona...; pero eso ya da igual.
El caso es que me he puesto a tantear con mucho
miedo la cama. Cada vez más rápido y con más histeria. Me he puesto como loca
buscando algo que juraría haber dejado a mi lado nada más acostarme, algo que
creía haber guardado delicadamente entre mis sábanas, a salvo de los golpes,
los arañazos y las caídas. He registrado cada rincón del colchón, cada pliegue
de las mantas, pero al parecer no estabas.
¿Conoces esa sensación de impotencia que surge
cuando algo ha cambiado drásticamente en muy poco tiempo y sin apenas darte
cuenta? Yo me he sentido así. Y me ha dado mucha rabia. No sabía qué había
hecho para que te fueras sin despedirte y en mitad de la noche. Y no he podido
gritar sin pronunciar tu nombre. Y no he podido llorar sin ver tu rostro.
He decidido intentar relajarme, ya que no había
otra cosa que, al parecer, pudiera hacer. He decidido respirar profundo de
nuevo y volver a calmarme. Entonces me he parado a reflexionar y he caído en la
cuenta de que cabía la posibilidad de que en realidad nunca te hubieras tumbado
a mi lado.
No. No creo... ¡Me niego a creerlo!
En fin. Me he vuelto a acostar. Y he estado
esperando a que amanezca. Preguntándome qué había hecho mal. Preguntándome qué
había hecho bien. Preguntándome adónde estaba el sol. Preguntándome por qué no
se iba ya la luna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario