miércoles, 30 de julio de 2014

Pero ¡qué pesada!

Yo no soy muy habladora y, probablemente, si me tuvierais ahora mismo enfrente, no adivinaríais jamás mi estado de ánimo; pero me encanta plasmar las cosas por escrito y me da igual hacerlo bien, mal, en prosa o en un intento de verso.

Tampoco soy muy simpática o cariñosa (aunque últimamente lo estoy intentando un montón) y todo me pone triste (se me mete algo en el ojo cada dos por tres, vaya).

Lo que sí me gusta hacer es decir la verdad (aunque ello implique hablar o demostrar cómo me siento) y si no lo hago me pongo muy triste.

No creo que valga realmente la pena decirte que no me sé tu número de teléfono de memoria, que hoy no me he pasado el día borrándote de mi lista de contactos o que no acabo de descartar el mensaje que te iba a enviar preguntándote cómo te va todo.

La verdad es que no creo que no sepas ya todo esto, pero eso no implica que no te lo pueda decir; y tampoco creo que decirlo cambie algo, pero es que hablar a veces no sirve de nada, y por eso yo no soy muy habladora y, probablemente, si me tuvierais ahora mismo en frente, no adivinaríais jamás mi estado de ánimo; pero me encanta plasmar cosas por escrito y me da igual hacerlo bien, mal, en prosa o en un intento de verso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario