Te he escrito tantas veces que ya me sé tu cuerpo de memoria. Conozco de
sobra el tacto de tus muslos, el número exacto de lunares que
coleccionas en la espalda y cuánto peso son capaces de levantar tus
brazos. El color de tus ojos, la ausencia de tu vello corporal, por qué
no puedes cerar del todo tu mano izquierda. Incluso tu nombre. Como si
existieras...
No hay comentarios:
Publicar un comentario