Tocarte es una de las muchas cosas que empecé a echar en falta desde que
te fuiste. Tocarte era lo más placentero que podía existir en este
mundo; porque te abrazaba, acariciaba tus fuertes brazos, masajeaba tu
enorme espalda, te besaba las mejillas sonrojadas, me llevaba tus
lágrimas y te daba calor. Cuando te tocaba, sabía que eras real, que de
verdad estabas allí; y esa es una seguridad que perdí demasiado rápido.
También echo en falta que me toques tú, pero eso no es importante.
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