A
ti, el causante de todo esto.
1.-
En las necesidades básicas:
-
Comer
Desayuno,
almuerzo, como, meriendo y ceno sin derramar una sola lágrima, es verdad; pero
también picoteo, y es ahí donde llega el problema.
Con
la comida salada no me pasa, pero cuando se trata del dulce… ¡ay, cuando se
trata del dulce! Comer a cucharadas helado de nata, nata helada o Cola Cao;
devorar una tableta entera de chocolate con almendras, un paquete de Lacasitos
o diez euros en chucherías; tragar con la boca bien abierta y casi sin masticar
galletas rellenas de frambuesa, pasteles de diferentes sabores o bizcochos de
chocolate…
Cuando
empiezan a salir tus lágrimas a borbotones, tienes casi la obligación de dejar
de masticar para empezar a engullir; como si comer más rápido fuera a hacer que
lloraras menos… Cuando empiezan a salir tus lágrimas a borbotones, te da igual
engordar uno, dos o veinte kilos; a veces incluso quieres engordarlos, como si
un cambio de peso fuera a hacer que te sientas mejor contigo misma. Cuando
empiezan a salir tus lágrimas a borbotones, parece que el dulce aplaca tu pena
y te ayuda a tranquilizarte.
-
Beber
No
con el agua, no con la Coca-Cola, no con el zumo de uva [o no siempre (con los
tres)]; pero sí con el vodka, sí con el tequila, sí con el vino (lloras,
precisamente, porque él no vino). Con la cerveza la cosa cambia un poco, puesto
que lo que haces es, básicamente, llenarte de rabia (y llorar de rabia); pero
con el resto del alcohol lloras sin parar, más que con el dulce, más que a
borbotones.
Lo
bueno de llorar mientras bebes es que, más tarde y muy de vez en cuando, puedes
cubrir esta misma necesidad básica, tal y como explica Mathias Malzieu a través
de Madeleine en La Mécanique du Coeur:
Alors que je suis à la cave,
trépignant, je découvre une étagère remplie de bocaux. Certains sont étiquetés
« larmes 1850-1857 », d’autres sont remplis de « pommes du jardín ».
- À qui sont toutes ces larmes ?
je lui demande.
- Ce sont le miennes. Dès que je
pleure, je récupère mes larmes dans un flacon et je les stocke dans cette cave
pour en faire de cocktails.
[…].
- Un jour de longs sanglots, je
me suis aperçu que boire les larmes apportait du réconfort, surtout mélangées à
un peu d’alcool de pomme. Mais il ne faut pas en prendre lorsqu’on est dans un
état normal, sinon, on ne parvient plus à être joyeux sans en boire et c’est le
cercle vicieux, on n’arrête pas de pleurer pour pouvoir boire ses larmes.**
-
Soñar despierta
Lo
pongo en el apartado de las necesidades básicas porque no me imagino una vida
sin tener la necesidad de soñar. «Masoquismo», lo llaman algunos; «estupidez»,
lo llaman otros; «ser yo», me gusta llamarlo a mí.
Me
gusta soñar cosas que no pasan pero que quiero que pasen (y que jamás
pasarán, todo sea dicho) y cosas que no quiero que pasen porque no me
gustan un pelo (y que
terminarán pasando, todo sea dicho). Sueño que me quieres (¡ay!) y que
estamos juntos
para siempre, pero también sueño que estás con otra y que me odias y que
te doy
asco (creo que esto no lo sueño exactamente). Sueño con mis (nuestros)
futuros
hijos, perros y gatos; pero también con morir más sola que la una. (No
hace
falta decir que el llanto sale solo; teniendo en cuenta todo lo que
sueño…).
Al
soñar despierta lloras más que mientras bebes, que lloras más que mientras
comes. Al soñar despierta lloras más que cuando lloras más que a borbotones. Al
soñar despierta vives.
2.-
En las acciones inevitables:
-
Soñar durmiendo
El
sueño (el hecho de reproducir algo en tu mente mientras esta y tu cuerpo
descansan) forma parte del acto de dormir, es un hecho. Siempre soñamos, pero
no siempre lo recordamos.
A
veces me despierto llorando y muy triste, lo cual significa que lo he pasado
mal en el sueño. A veces el frío, el dolor (de cabeza) (de estómago) (de
piernas) (de varias partes del cuerpo a la vez) (de todo) (de nada). A veces me
despierto sudando y temblando (pero no de frío) e incluso a veces me despierto
con la respiración entrecortada.
Soñar
durmiendo es algo que me encantaría poder evitar en ciertas ocasiones, sobre
todo cuando sueño contigo; que me dejas, me abandonas, que no me quieres, que
me odias, que no volvemos a cruzarnos jamás, que nos cruzamos y me ignoras. (No
es un sueño propiamente dicho, sino un recuerdo que se despierta mientras yo
duermo).
Soñar
durmiendo es horrible si tenemos en cuenta que no decidimos lo que soñamos, que
no decidimos si queremos soñar, en ese momento, algo bonito o algo triste.
Soñar es un asco. Yo no quiero que se cumplan mis sueños; quiero que te cumplas
tú.
-
Escribirte sobre
mí
Sé
que no me quieres, sé que no me lees, pero siento la necesidad de escribirte acerca de mí para que
me conozcas mejor (mejor). (Hasta ahí
todo bien, ¿no?). Lo malo es que no te gusto y, por tanto, no te gusta lo que
te escribo sobre mí (¿me lees?). Y lloro (por ser como soy) (por no poder cambiar) (porque
te doy asco) (porque soy una exagerada) (porque me encanta dramatizar).
Ya
lo he dicho en anteriores ocasiones, sin querer abro tu contacto en
WhatsApp y me entran ganas de hablarte; ganas de decirte todo lo que
estoy pensando en ese momento, de contarte lo que he soñado, de
informarte acerca de lo que estoy haciendo, de pedirte consejo. Te
hablo. Bueno, te hablaba...
(Si
lees esto, te estoy escribiendo sobre mí).
-
Escribir sobre
nosotros
Tengo
que hacer deberes de francés, pero prefiero escribir acerca de lo que no somos;
de lo que podríamos ser, pero que resulta imposible por razones obvias (no me
quieres) (tú no quieres).
Tengo
que estudiar griego, pero prefiero escribir acerca de lo que somos (nada) (unos
desconocidos) (peor aún) [unos conocidos que se ignoran justo después de
haberse amado tanto (tanto)].
Tengo
que dormir, pero prefiero leer todo lo que he escrito y llorar (que
sobre eso
va esta especie de carta) (aunque el leer viene más tarde). Me es
inevitable coger un lápiz y ponerme a hacer rayas sobre un folio en
blanco, a garabatear sobre mis apuntes. Y ahora, con el móvil, si no
tengo un lápiz o un boli a mano, lo anoto en mis notas y solucionado. (Solucionado, como si querer escribir fuera un problema...).
(Si
no lees esto, estoy escribiendo sobre nosotros).
3.-
En las aficiones:
-
Leer lo escrito
Leer
es algo maravilloso. Al leer puedes adentrarte en una infinidad de épocas y
lugares, conocer gente nueva y rememorar antiguos personajes, hacer cosas
imposibles como si formaran parte de la vida cotidiana y hacer de las acciones
cotidianas de tu vida cosas que parezcan imposibles e inimaginables. Leer es
mágico. Y trágico. (A veces).
Recuerdo
haberme puesto a llorar con el libro que he citado antes (¡menudo berrinche,
Dios mío!), además creo que más de una vez. Suelo llorar con la muerte de algún
personaje y con los finales felices.
No
solo hablo de leer libros, también hay revistas (pero ¿quién llora por una
revista? ¿Acaso alguna pensaba que George Clooney dejaría a Amal Alamuddin por
casarse con ella?), diccionarios (en este caso hay que llorar por la falta de
lectura), juegos (el profesor Layton siempre me hace llorar), redes sociales
(como Twitter, Facebook, Instagram, blogger, Notegraphy...), mensajes de texto [esos en los
que me dejas claro que no hay nada entre nosotros (nada serio, digo) (me
dejabas claro, más bien)…]… Y para el caso que nos concierne, solo te diré que
he llorado mucho con esto último (aunque ahora lloro más por la ausencia de
palabras escritas).
-
Leer lo no escrito
(que no entre líneas)
Pero
aparte de leer libros, mensajes, blogs y demás, también leo lo que no está
escrito. Me imagino una revista que aún no está pensada (el nombre, los
titulares, los diferentes artículos) o el final de un libro (cambio el final de
un libro por uno que me guste más, quiero decir).
Aquí
el llanto aparece, sobre todo, por mi estupidez: imagino mensajes escritos por
ti. (Con esto ya te lo digo todo, supongo que puedes imaginarte qué tipo de
mensajes). «Te odio»; *berrinche* / «Te quiero»; *abrir los ojos y berrinche
por que no sea verdad que me lo hayas enviado* (cosas de este estilo). (Cosas).
-
Mirarte en fotos
Me
gustaría decir que es algo inevitable, eso de mirar tus fotos a través de
Facebook o tu perfil de WhatsApp; pero en realidad lo hago por gusto, ya que
podría perfectamente optar por no entrar en tu perfil o no añadirte a mis
contactos [a veces lo hago (ambas cosas)].
Me
gusta contemplar tu rostro sonriente, esos ojos de niño, lo guapo que estás con
la camiseta de tu equipo de fútbol (en realidad tú estás guapo te pongas lo que
te pongas), lo feliz que sales con ella... Y me gusta llorar por no salir
contigo abrazándote, dándote un beso en tu barba de dos días, por no ser yo la
que te hace feliz. (¡Ay!, ¡las imágenes!, que valen más que mil palabras…).
Y
si no tengo ocasión de encender el ordenador para comectarme a Facebook y mirar
tu perfil, cierro los ojos e imagino que lo hago (¡ay!, «ser yo»...).
4.- En otro(s)
aspecto(s):
-
Mirarme en una superficie reflectante
(preferiblemente un espejo)
Contemplar mis ojos [a
veces mi rostro (a veces todo mi cuerpo)] en un espejo (sobre todo en un
espejo) es algo que me gusta, una afición; pero también es algo que hago casi
sin pensar, algo inevitable en mí (quedarme embobada mirando mi iris); pero
también lo tengo casi como una necesidad (igual no tan básica como comer, beber
y soñar despierta) (si no me miro, me muero).
A veces miro mis ojos y
me concentro en mi pupila. Luego paso al iris (el marrón madera que rodea la
pupila) (el verde hoja que rodea el marrón madera que rodea la pupila) (el
verde vidrio que rodea el verde hoja que rodea el marrón madera que rodea la
pupila) (el borde azul de las lentillas que rodea el verde vidrio que rodea el
verde hoja que rodea el marrón madera que rodea la pupila). Y miro mis ojos
(enteros y abiertos) (llenos de finas venas rojas) (encharcados) y los párpados
(sus pequeños y demasiado grandes orzuelos) y las pestañas (empapadas de tanto
parpadear). Lloro. (Lloro mucho). (Y me gusta verme llorar).
A veces paso a ver mi rostro y veo
cómo las gotas de agua salada resbalan por mis mejillas haciendo la curva
pegadas a la nariz y llegando a la comisura de los labios (rojos) (rotos). Paso
mis manos por toda mi cara y me restriego las lágrimas. (Lloro). Lloro mucho.
(Y me gusta verme llorar).
A veces paso a mirar mi
cuerpo (desnudo/vestido) (cálido/frío) (estirado/encogido) (yo/el reflejo). No
hay mucho que decir de él, solo es un cuerpo. Las lágrimas bajan por mi cuello
y encharcan el hueco que forman mis clavículas cuando me autoabrazo. Cuando
ambos huecos están a rebosar, el agua sigue su curso y baja hacia mi ombligo
rodeando primero mi pecho. Cuando llegan al ombligo les es imposible quedarse
dentro de él porque estoy de pie (o de cuclillas), así que continúan su
trayecto por mis muslos y el resto de mis piernas y finalizan en el suelo
(rodeando mis pies) (mojando el suelo de la habitación) (aumentando el nivel
del mar en la Tierra). (Lloro). (Lloro mucho). Y me gusta verme llorar.
*La precocidad de mi llanto.
**«Mientras estoy en el
sótano, pataleando en el suelo, descubro un estante lleno de tarros. Algunos
están etiquetados “lágrimas 1850-1857”, otros están llenos de “manzanas de
jardín”.
- ¿De quién son todas
estas lágrimas? –Pregunto.
- Son mías. Desde que
yo lloro, recupero mis lágrimas dentro de un frasco y las almaceno dentro de
este sótano para hacer cócteles.
[…].
- Un día de largos
sollozos, me di cuenta de que beber las lágrimas aporta consuelo, sobre todo mezcladas
con un poco de alcohol de manzana. Pero no hay que tomarlas mientras se está en
un estado normal, si no ya no podremos ser jamás felices sin beberlas y es un
círculo vicioso: no dejamos de llorar para poder beber nuestras lágrimas»
[traducido por mí (se nota)].
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