miércoles, 26 de noviembre de 2014

Despedida

-Adiós.
Salió de su boca como quien se aclara un poco la garganta. No como quien estornuda, que al principio de cuesta mucho y luego lo escupe todo rápido y de golpe; sino como quien tose tranquilamente para seguir con lo que estaba diciendo o, en este caso, para seguir con su vida.
-Adiós.
Ni siquiera llegó a parpadear, a ladear la vista hacia el suelo o a levantarla hasta el azul del cielo. En esos aproximadamente ocho decisegundos que duró la frase no dejó de mirarme a los ojos. Y en la eternidad que vino justo después tampoco apartó la mirada de mis pupilas. Pensé por un momento que, de tanto mirarnos, se fusionarían sus castaños y mis verdes; y, quizá, tal vez, puede que, se arrepintiera de decir:
-Adiós.
Recuerdo que esa palabra tan fea se me clavó como un puñal en el estómago y se encargó de abrirme hasta divisar las entrañas y arrancarme las vísceras de cuajo. Recuerdo que me entraron ganas de vomitar y que acabé con los ojos inundados en lágrimas. Esa palabra tan audiovisualmente horrible me golpeó contundentemente en la cabeza y me abrió la sien haciendo que se derramaran mis sesos. Recuerdo perfectamente que, en ese momento, dejé de vivir. Que me enterraron ahí mismo, bajo el suelo pavimentado de la acera cuadriculada, justo enfrente de aquel edificio del que ojalá no hubiera salido esa mañana y en el que ojalá no hubiera entrado jamás.
-Adiós.                                
Lo dijo solo una vez y se marchó. Y se marchó precisamente porque no tenía intención de repetirlo y porque tampoco tenía ganas de presenciar uno de mis numeritos de alma desdichada. Y no lo iba a repetir porque no hacía falta. Que esa bala alcanzó directamente mi pecho y atravesó de una mi esternón, mi pulmón izquierdo y mi corazón. Que no hizo falta disparar más. Que me disparó y yo no hice nada por intentar esquivar el proyectil. Y me disparó porque yo se lo pedí, porque estaba cansada y porque él era un callejón con muchas salidas y yo no sabía cuál de ellas tomar. Así que...
-Adiós.

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