Los domingos están hechos para pasártelos desnuda en la cama poniendo cachondo al gotelé del techo.
Y correrse hacia todos los lados pensando en tu sonrisa.
Y manchar las sábanas de saliva, sangre y amor propio.
Arañazos en las piernas y vello púbico en la almohada.
El vestido de flores hecho harapos en cualquier esquina de tu cuarto y las bragas olvidadas en el escritorio.
Los domingos están hechos para echar más de menos un polvo que hacerte el amor con la mirada.
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