miércoles, 25 de marzo de 2015

No he cambiado las sábanas desde que te fuiste

Ni me he cambiado de ropa de ropa. Ni me he peinado ni me he lavado la cara. Ni siquiera he salido de casa. Y da gracias a que la cocina, el cuarto de baño y mi dormitorio son habitaciones distintas... Tampoco he abierto la boca salvo para comer, bostezar y desencajarme la mandíbula. O lo que es lo mismo: no he vuelto a hablar. Es posible que ya ni siquiera pueda hacerlo, que ya no tenga voz. No me extrañaría nada enterarme de repente de que, en algún momento concreto, cambié mi voz por más oxígeno. Para poder seguir viviendo sin ti, que es todo lo contrario a vivir, pero que también lo es a morir. Y menos mal, porque la verdad es que no quiero hacer ni una de las dos cosas si no estás tú para ayudarme.

No hay comentarios:

Publicar un comentario