Ha amanecido un día tranquilo. Los pájaros cantan alegres y refrescantes melodías, el sol brilla de forma maravillosa... Parece que se encuentre en un día primaveral de esos en los que todo es precioso.
No tiene prisa por levantarse, hoy no debe ir a ningún sitio. Son las doce y media y puede seguir en la cama... ¡¿Las doce y media?! ¡Tiene que levantarse! ¡No puede seguir en la cama!
Se levanta por culpa de todo ese barullo que están armando sus hermanos. No sabe qué hora es exactamente así que mira el móvil. Las doce y media pasadas. Sí, tiene que arreglarse.
Desayuna con prisa, se mete en la ducha, se pone sus mejores pantalones, su camisa favorita...
Se prueba toda su ropa y al final se decanta por lo más simple: unos vaqueros y la camiseta más fashion que tiene, esa de color fucsia que tanto le gusta. Va al baño, se peina y se maquilla.
Sale de casa corriendo y casi sin despedirse; ha quedado para comer.
Se despide de todos con una felicidad extrema, repartiendo besos por doquier, y baja a la calle.
Corre: no quiere llegar tarde.
Se apresura cada vez más y más.
Cruza las calles sin mirar y jadeando sin cesar.
El viento ondea su larga y oscura melena; al final no se ha recogido, como tenía pensado hacer, los cabellos.
Sigue corriendo.
Ve una bella silueta apresurarse hacia él. Es tan hermosa... Ve cómo sus casi negros cabellos se mueven a causa del viento.
Es tan alto, tan fantástico, tan hermoso... Aquel que la mira es realmente un hombre. Es como ese prototipo de chico tan perfecto que vemos solamente el la televisión; pero con la diferencia de que esto no es una película: esto es la vida real.
Sonriente, sigue recto para llegar a su amor. Con decisión, sin mirar atrás. No importa que el recorrido sea largo si la vuelta es igual.
Hoy es un día especial. Se siente bien, a gusto, con la persona a la que ama. Hoy es uno de esos días que no se olvidan.
Él es un chico de esos que no se olvidan, que impactan, que te dejan buena impresión. No hay muchos, pero él es así.
Y ella lo sabe.
Se chocan y abrazan mutuamente. Se funden entre la brisa aparentemente primaveral. Dejan de escuchar los pájaros del fondo. Empiezan a oír sus latidos, sus jadeantes respiraciones.
Él le susurra un te quiero...
Ella lo besa...
Se besan con pasión, demostrando todo su amor. No les importa nada más, tan solo sus besos. Besos dulces, besos sensuales.
No tiene prisa por levantarse, hoy no debe ir a ningún sitio. Son las doce y media y puede seguir en la cama... ¡¿Las doce y media?! ¡Tiene que levantarse! ¡No puede seguir en la cama!
Se levanta por culpa de todo ese barullo que están armando sus hermanos. No sabe qué hora es exactamente así que mira el móvil. Las doce y media pasadas. Sí, tiene que arreglarse.
Desayuna con prisa, se mete en la ducha, se pone sus mejores pantalones, su camisa favorita...
Se prueba toda su ropa y al final se decanta por lo más simple: unos vaqueros y la camiseta más fashion que tiene, esa de color fucsia que tanto le gusta. Va al baño, se peina y se maquilla.
Sale de casa corriendo y casi sin despedirse; ha quedado para comer.
Se despide de todos con una felicidad extrema, repartiendo besos por doquier, y baja a la calle.
Corre: no quiere llegar tarde.
Se apresura cada vez más y más.
Cruza las calles sin mirar y jadeando sin cesar.
El viento ondea su larga y oscura melena; al final no se ha recogido, como tenía pensado hacer, los cabellos.
Sigue corriendo.
Ve una bella silueta apresurarse hacia él. Es tan hermosa... Ve cómo sus casi negros cabellos se mueven a causa del viento.
Es tan alto, tan fantástico, tan hermoso... Aquel que la mira es realmente un hombre. Es como ese prototipo de chico tan perfecto que vemos solamente el la televisión; pero con la diferencia de que esto no es una película: esto es la vida real.
Sonriente, sigue recto para llegar a su amor. Con decisión, sin mirar atrás. No importa que el recorrido sea largo si la vuelta es igual.
Hoy es un día especial. Se siente bien, a gusto, con la persona a la que ama. Hoy es uno de esos días que no se olvidan.
Él es un chico de esos que no se olvidan, que impactan, que te dejan buena impresión. No hay muchos, pero él es así.
Y ella lo sabe.
Se chocan y abrazan mutuamente. Se funden entre la brisa aparentemente primaveral. Dejan de escuchar los pájaros del fondo. Empiezan a oír sus latidos, sus jadeantes respiraciones.
Él le susurra un te quiero...
Ella lo besa...
Se besan con pasión, demostrando todo su amor. No les importa nada más, tan solo sus besos. Besos dulces, besos sensuales.
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