viernes, 6 de enero de 2012

Europa, Asia y África



Montados, respectivamente, en caballo, camello y elefante, se acercaban desde donde nace el sol para llegar a la Epifanía a la que los conducía aquel brillante lucero. Cargaba cada cual con un diverso presente: oro, incienso y mirra; e iban pausadamente, sin celeridad, para terminar llegando tal día como hoy, pero años atrás. 

¿Quién les diría a ellos que, a partir de aquel entonces, tendrían que hacerlo todos los años? Tal vez, si alguien hubiera mencionado dicha labor tan engorrosa, hubieran soslayado esa responsabilidad. ¿Quién no?

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