
¿Hoy? Te quiero. ¿Mañana? Tal vez te odie; no sé, aún no lo tengo pensado. ¿Qué más da? Pero, sea lo que sea, que sea una metódica y sincera selección. Y ya sabes, permanencia en tu elección. Nada de cambiar de opinión en el día de
mañana solo porque hoy te has dado cuenta de que el ayer no fue como esperabas. Tan solo sigue la línea recta del tiempo y no tuerzas ni a diestra ni a
siniestra. Continúa caminando y, si quieres, nos cruzaremos al final del
camino, cuando hayas decidido con seguridad si deseas permanecer en un sitio o, por
el contrario, mudar asiduamente.
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