A pesar de
no querer, no tenía más remedio que seguir. Debía continuar en línea recta,
mirando al frente y sin detener su marcha ni un solo segundo para respirar. No
podía permitirse el lujo de bajar la vista. No se le ofrecía tal oportunidad como
la de cambiar de dirección. Solo tenía que andar.
Y anduvo hasta tal punto que chocó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario