Y era entonces cuando se percataba de la realidad,
cuando abría los ojos al mundo, cuando percibía las cosas tal cual eran y no
tal cual creía que eran. Era entonces cuando se daba cuenta de que había errado
al creerse el motivo de sus cartas, al suponer que era a ella a quien
respondía. Era entonces cuando lamentaba ser tan egocéntrica al considerar que
era él el egocéntrico y por ello la observaba e imitaba. Era entonces cuando se
odiaba, cuando se detestaba. Era entonces cuando deseaba que nada de aquello hubiera
pasado, que aquel cuento no hubiera comenzado. Era entonces cuando pensaba,
cuando reflexionaba. Era entonces cuando actuaba de la forma que más
conveniente creía, cuando obraba en su contra.
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