A veces todo es más sencillo si te dedicas a mirar, pero no a tocar; si te dedicas a sentarte en un banco y a observar cómo transcurre el tiempo, cómo pasan paulatinamente los segundos, los minutos, las horas..., cómo pasan los días y cómo caen las noches. Todo es más sencillo si te abstienes de participar en algo en lo que sabes que fallarás, en algo que sabes que acabarás estropeando de manera catastrófica, algo que terminarás rompiendo tanto que ya no se podrá arreglar... Aunque también es más aburrido.
A veces es mejor evitar la ira, los enfados tontos, las rabietas que no conducen a nada más que a otros enfados aún más tontos... Pero terminas creciendo siendo demasiado débil; terminas creciendo sin saber actuar en dichas situaciones, situaciones que algún día llegarán sin poder evitarlo, situaciones que te acabarán rodeando sí o sí; terminas creciendo siendo todavía demasiado pequeño para caminar solo por el mundo...
A veces todo es más fácil sin amor; sin afecto hacia los demás, sin cariño hacia lo que te rodea; sin haber sentido ese dulce calor que desprenden ciertas personas cuando te abrazan, cuando te acarician, cuando te besan, cuando te aman... tan solo para no sufrir cuando terminan de trasmitirte ese calor, para no sentir cómo se te hace añicos el corazón, cómo se te parte el alma; para no sufrir y, por consiguiente, para no saber, no conocer, no crecer...
No hay comentarios:
Publicar un comentario