domingo, 9 de marzo de 2014

Tristeza...

Y ¿qué me dices de la tristeza? ¿Algo que te hace sentir mal, que te hace llorar y que no te agrada? Quizá. ¿Una persona, un bien material o algo espiritual? Puede.

La tristeza también puede ser muchas cosas. La tristeza puede ser incluso lo mismo que la felicidad, solo que en ocasiones distintas y con sensaciones contrarias.

La tristeza puede ser abrazar dulcemente a una persona y que esta no te devuelva el abrazo; e incluso puede ser abrazar a una persona mientras esta duerme plácidamente y saber que, cuando despierte, vas a tener que marchar porque ya no eres bienvenido entre sus brazos.

La tristeza puede ser despertarse un miércoles por la mañana, con sueño acumulado, para ir a trabajar; e incluso puede ser despertarse un domingo por la mañana y no poder apagar el despertador para dormir una hora más porque tienes que hacer cosas importantes.

La tristeza puede ser leer un libro que no te gusta por obligación; e incluso puede ser leer un libro por sexta vez y no acordarte, por muchas vueltas que le des, ni del nombre del protagonista.

La tristeza puede ser limpiar todos los días porque, a pesar de haber más gente en esa misma casa, nadie más lo hace; e incluso puede ser que, al sentirte útil mientras friegas, se te caiga un vaso al suelo y se te rompa…

La tristeza ya no se parece en nada al carpe diem: la tristeza te impide centrarte y aprovechar bien lo que estás haciendo en ese momento y, por supuesto, no te deja sentirte a gusto por ello. La tristeza es negar el presente y darle demasiadas vueltas a todo, pensar más de lo necesario, comerte el coco sin motivos…
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario