El calendario está torcido, y con
ello quiere que pase de mes. La esquina del mes de abril permanece doblada y
quieta, esperando para morir con un gesto de mi mano. Al mismo tiempo calla
confusa y la oigo pensar: «¿Dónde está la sangre alterada? ¿Acaso la primavera
no ha tocado aún tu tinte rojo?». Ladeo la cabeza y, para mi sorpresa, el
calendario ya no se ve torcido; así callo las quejas de la esquina de abril,
esperando que las hojas de mayo tengan más respeto conmigo.
Las flores ya comenzaron a olerse
desde hace tiempo, desde antes del uno de mayo, como intentando tentar a la
suerte y hacer que añore un mes que aún no comienza, al menos como quisiera.
Vuelvo a mirar el calendario y contemplo cómo se esfuma el mes lluvioso para
dejar entrar a la alergia. Alergia a las plantas, alergia a los bichos, alergia
al aire, alergia al amor...
Escucho de fondo los anuncios
inútiles, los programas sin sentido, el televisor a todo volumen. Estornudo y
presiento que ya ha empezado: tan pronto como había llegado el mes de mayo,
llegaban los recuerdos y las vivencias del pasado.
En la televisión se ríen. Alguien
ha dicho algo gracioso, o alguien se ha caído, o simplemente alguien a
respirado y a los guionistas les ha parecido genial destapar la lata de las
risas innecesarias. Contemplan los ojos la caja tonta y no se extrañan de que
la llamen así. Yo reviviendo algo serio y triste y ellos riéndose de mí.
Me siento como un poeta
abandonado entre sus letras, la Donna Angelicata de Dante se burla de mí con
sus demonios, ignorando que los míos ya lo hacen constantemente. ¿Me tocará
vivir ese sufrimiento día a día? Cojo un papel de la estantería del fondo, me
apoyo en la mesa y la tinta sale de su pluma, despacio, como quien no quiere
salir temprano de la cama un lunes por la mañana.
Mi mano izquierda se enfurece y
aprieta su puño clavando las uñas sobre su palma mientras contempla cómo la
mano derecha danza sin parar sobre el papel. ¿Cómo puede la tristeza que
claramente emana ponerla tan contenta? ¿Acaso no es consciente de que el pasado
es pasado precisamente porque la echó a patadas? De los ojos también cae la
tinta, pero esta tiene otro color y consistencia.
La tinta que sale de mis ojos es
salada y con traumas dulces y amargos; creo que la llaman «lágrimas», o algo
así... Mi mente me engaña, me mareo y, sin poder remediarlo, pulso la tecla de
«stop» a mis pensamientos.
Pero mi mano sigue danzando. Ya
no sé si de verdad es mía o es de mi yo pasada. Me entra la risa de repente. Me
levanto de súbito para comprobar que tanto la puerta como las ventanas están
cerradas y me pongo a llorar con la cara entre las manos. Debe de ser cosa de
la alergia. Alergia por el pasado.
Con la colaboración de Liney (Twitter).
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