Lo bonito de Venecia (entre otras muchas cosas) es la
sinceridad que hay en el ambiente. Hay, por ejemplo, casas recién
pintadas que se quieren renovar junto a otras ya casi sin color por
culpa de la humedad. Luego hay unas pocas góndolas (más románticas que
un amanecer en la playa, por cierto) que compiten con las cada vez más
abundantes lanchas a motor (casi tan sosas como perderse un amanecer en
la playa, por cierto). Y están, por supuesto, los canales que te
envuelven como el mar, ¡que incluso a veces huelen a mar!, pero que no
son el mar porque el mar está al otro lado y se ve. Pero lo que más
admiro, sin duda, son los cientos de nombres (de hombre y de mujer)
pintados por todas partes (paredes, bancos, suelos) acompañados de un
elegante «TI AMO» y que, en medio de tanto cariño y romanticismo, haya
un amargo y sincero «MENTIRAS» en inglés.
*Sin la foto, el texto no tiene tanta fuerza
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