Tengo la capacidad de concentración de un niño de cinco años
hiperactivo, pero me lo tomo todo con calma. Mucha calma. Demasiada
calma. Como si la vida estuviese llena de puntos finales. Y para punto
final el nuestro, que llegó de manera inesperada y mucho antes de que me
diera cuenta. Y es una pena, porque me paso la vida contando lo mucho
que nos queremos, aun siendo yo la única con ese sentimiento. Lo siento,
pero soy incapaz de centrarme en nada si no es pensando que estás aquí
conmigo. Pero es mentira. No estás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario