sábado, 23 de agosto de 2014

Tengo la capacidad de concentración de un niño de cinco años hiperactivo, pero me lo tomo todo con calma. Mucha calma. Demasiada calma. Como si la vida estuviese llena de puntos finales. Y para punto final el nuestro, que llegó de manera inesperada y mucho antes de que me diera cuenta. Y es una pena, porque me paso la vida contando lo mucho que nos queremos, aun siendo yo la única con ese sentimiento. Lo siento, pero soy incapaz de centrarme en nada si no es pensando que estás aquí conmigo. Pero es mentira. No estás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario