martes, 23 de septiembre de 2014

Disnea

Nosotros nos sentábamos a mirarnos sin decir palabra y sólo abríamos la boca para robarnos la saliva y robarle el dióxido de carbono a la capa de ozono. No sólo nos mirábamos a los ojos (de los colores del otoño, la vivacidad del verano y la tristeza de la primavera [el invierno no nos gustaba]), sino que también nos observábamos las grietas y las hinchazones de los labios, los temblores y sudores de las manos, la piel de gallina, los rápidos movimientos del pecho yendo arriba y abajo.
 
Nosotros nos sentábamos a mirarnos sin hacer ruido y sólo hacíamos movimientos bruscos cuando nos respirábamos. Pero no sólo cuando nos convertíamos en el oxígeno del otro, sino también al abrazarnos.

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