No sé en qué está pensando, pero parece estar
estudiando. Indecisión, tal vez. Sujeta el rotulador fosforescente con
el dedo índice y pulgar de su mano derecha, pero no le pone mucho
empeño. No subraya nada. Se toca el pelo, se mira las puntas, se despega
un poco el suéter del pecho, se rasca la cabeza; hasta que por fin se
decide a subrayar una palabra, una que está por el final.
Ha
cambiado la canción de su reproductor de música. Ahora se escucha una
de Lady Gaga. Marca en naranja una frase y otra palabra suelta, se aparta
el cabello por detrás de las orejas, tose con la mano que sujeta el
rotulador pegada a la boca y enciende la luz.
Me mira. Otra vez.
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