miércoles, 29 de abril de 2015

Quiero pasarme el día escribiendo

la vida escribiendo

Escribir tanto

que se me desgasten las yemas de los dedos

Los dedos de las manos

Las manos de los brazos

Quedarme sin extremidades superiores

y tocarte con los pies

Aplastarte con los pies

Recorrerte con los pies

Saltarte tanto encima, que termine hundiéndome en tu carne

Fundirme en tus huesos y nadar en tus venas

Dejarme llevar por la corriente y terminar en el centro

de tu pecho

Ser tu órgano vital

Estar viva y ser real

Escribirte de tal manera que

estés vivo y seas real

sábado, 18 de abril de 2015

Vivo en un universo paralelas.

CAPÍTULO V / LOS AMANTES


Tú y yo.

Lo nuestro duró algo más de cinco meses, pero fueron esos cinco primeros meses los que me hicieron creer en el amor.

Él era como la primavera en un día de invierno; todo alegría y felicidad incluso en los días de gélido viento y lluvia torrencial. Era como un amanecer en la playa en el que la brisa marina y el olor a sal te relajan ampliamente mientras que el calor del sol y la arena se encargan de mantenerte despierto. Como una noche despejada en la que se pueden apreciar todas las estrellas del firmamento. Como un cachorrito canino recién nacido que sólo te da ganas de cuidarlo y comértelo a besos. Él era todos los tópicos relacionados con el amor habidos y por haber y la verdad es que no me importaba. Sólo había una pega: que éramos amantes.

Veréis:

Nosotros nos sentábamos a mirarnos sin decir palabra y sólo abríamos la boca para robarnos la saliva y robarle el dióxido de carbono a la capa de ozono. No sólo nos mirábamos a los ojos (de los colores del otoño, la vivacidad del verano y la tristeza de la primavera –el invierno no nos gustaba–); sino que también nos observábamos las grietas y las hinchazones de los labios, los temblores y sudores de las manos, la piel de gallina, los rápidos movimientos del pecho yendo arriba y abajo, arriba y abajo, arriba y abajo.

Nosotros nos sentábamos a mirarnos sin hacer ruido y sólo hacíamos movimientos bruscos cuando nos respirábamos; pero no sólo cuando nos convertíamos en el oxígeno del otro, sino también cuando nos abrazábamos. Y daba la casualidad de que sólo nos inspirábamos y espirábamos cuando estábamos solos.

No, no engañábamos a nadie y tampoco pretendíamos hacerlo; pero tampoco parecía que tuviéramos intención de hacer correr la voz. Lo nuestro era como un tesoro enterrado en una isla desierta; algo precioso y muy valioso, pero desconocido por el resto del mundo salvo por los piratas. Y al parecer yo era la única que se moría de ganas por estrenar la pala.

miércoles, 15 de abril de 2015

Escriverte es lo único que quiero

Tú no lo sabes, pero cuando te escribo directamente a ti te veo leyéndome. 
 
Y no lo sabes precisamente porque nunca te escribo directamente a ti, sino a un tú que me he inventado yo.
 
A veces incluso me invento que te escribo porque no me apetece escribirte para no escribirte realmente. 
 
Y en realidad me paso el día escribiéndote porque sé que nunca más me atreveré a hablarte. 
 
Tú no lo vas a saber, pero siempre que invento que te escribo directamente a ti lo primero que hago es intentar escribirte un poema. 
 
Me pongo a contar con los dedos de las manos las sílabas que hay en cada verso y busco en el diccionario palabras que sean sinónimas para hacer que algunos versos rimen entre ellos. 
 
Después de intentarlo veinte mil veces, desisto y me pongo a escribir en mala prosa. 
 
Y me acuerdo entonces de que ni siquiera sé escribir.

Pero te escribo

como puedo

sin comas

sin puntos

sin preguntas

sin sobresaltos

en cursiva

despacito y

con mala letra

tosiendo

llorando

temblando

nomepasanadeando

con palabras que no existen

en la cama

en el suelo

en el aire

y le rezo

de rodillas

a mi ateísmo

por acabar ya

por favor

de enamorarme de ti

lunes, 13 de abril de 2015

«Bunburysmo»

[ATENCIÓN:
si de verdad desea saber
qué es el arte del Bunburysmo,
póngase a leer
La importancia de llamarse Ernesto,
De Oscar Wilde].

Bunburyzar
es salir por la puerta de tu casa con prisa porque se supone que has quedado con alguien.
Volver tarde y poner la excusa de que «¡Ay, mamá! ¡Es que no me dejaba irme!» entre risas.
Decir que estáis enamorados.
Que esos pendientes nuevos te los ha regalado él.
Que no se te ha perdido la bufanda, que te la has dejado en su coche.

Bunburyzar
es inventar una excusa para hacer algo mejor que quedarte en casa.
Fingir que tienes planes mejores que los de rodearte de tu aplastante familia.
Hacer como que lo sientes mucho, pero que te tienes que ir.
Hacer como que lo sientes mucho, pero que no puedes hacerle esperar.

Bunburyzar
es decir que no estás sola.
Que no paseas sola.
Que no vas a la biblioteca sola.
Que no vas al cine sola.
Que no comes sola.
Que no cenas sola.
Que no duermes sola.
Que no te corres sola.
Que no te sientas sola.
Que no te sientes sola.
Que no te sientas sola, joder, que no estás sola, que yo estoy igual...


(Bunburyzar es inventar que tienes un hermano menor llamado Ernesto
y que en realidad tu hermano Ernesto sea el mayor de los dos).

domingo, 12 de abril de 2015

En un mundo paralelo

no sé llorar de tristeza,

duermo ocho horas diarias

y jamás me corro sola;

pero

no

te

quiero.

viernes, 10 de abril de 2015

Ojalá sirviera de algo poner en tu CV que no sabes escribir con faltas, que tienes experiencia como soñadora compulsiva a pesar de dormir una media de tres horas al día y que sales monísima en tu foto de carnet. Que llevas ya tiempo preparada para ser un cadáver joven y bonito, que es tu sueño desde que tenías ocho años. Que no tienes iniciativa propia salvo para lo que le interesa al chico que te gusta y que te gusta el único chico al que nunca has interesado salvo para su propia conveniencia. Que no le convienes a nadie, pero que haces caso y sabes estarte calladita. Que sabes alejar a las personas a las que quieres.