- ¡Ah!
- ¿Sabes qué ha pasado...?
- Se ha roto.
- Lo HAS roto.
- Pe-pero...
- No hay pero que valga, ¡me has hecho daño!
- No, no llores. Lo arreglaré.
- ¡Quita! No puedes arreglarlo. Lo has hecho pedazos, joder...
- No pretendía hacerlo, lo juro.
- Pues lo has hecho.
- ¿Hay forma de compensarlo? ¿Cualquier cosa? Si quieres... rómpeme el mío.
- ¡¿Cómo voy a hacer eso?! Es imposible, no puedo; y menos si el mío ya está hecho trizas...
- Pues... No sé... Lo siento.
- Déjame. Buscaré a alguien que me lo pueda arreglar.
- ¡No! ¡Espera, por favor! Puedo compensarte, lo intentaré. Seré bueno... Lo siento, en serio, perdóname...
- Olvídame, ya no puedo creerte...
- Por favor... Encontraré la manera de remediar tu dolor.
- Me voy. No me busques, no me esperes. Encontraré a otro que sepa encajar las piezas de mi corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario