miércoles, 20 de abril de 2011

«Tempus fugit»


celeriter et sine obice.

 
No se detiene. Sigue avanzando. Sin frenos, y cada vez parece que corra más. No es capaz de esperar a que lo alcancemos. Se marcha, solitario y veloz.

Y mientras nosotros no nos acabamos de decidir. Queremos hacerlo, pero parece que necesitemos aún meditarlo un poco más. Y no lo hacemos.

Desearía que se detuviera. Me gustaría poder observarte sin que se movieran las agujas. Poder decidirme de una vez, sin perder el tiempo…

Pero cada vez se hace más tarde, y seguimos sin decidirnos. No hacemos lo que deberíamos. Nos empeñamos en estancarnos, al contrario que las horas, en momentos sin valor alguno.

Esas manecillas giran y giran. Actúan sin previo aviso, sin meditarlo tan siquiera un segundo. Avanzan cada vez más y sin pensar. Sin pensar en las consecuencias.

Y nosotros seguimos pensando. No actuamos. Pensamos demasiado y no somos capaces de dar un paso adelante.

Y ellas giran.

Y nosotros pensamos.

El tiempo huye, huye irreparable. Y no podemos cogerlo. Somos incapaces de dejar a un lado nuestros pensamientos para aprovechar este momento.

Olvida. Olvídalo todo por un instante y actúa. Actúa sin pensar. Corre. ¡Actúa como el tiempo! No pienses... Sabes qué es lo que ambos queremos. Sabes qué es lo que necesitamos y deberíamos de haber hecho hace mucho tiempo.
Desde el principio. Hagámoslo.


Antes de que el reloj se rompa y nos quedemos sin tiempo para siempre...

No hay comentarios:

Publicar un comentario