miércoles, 18 de mayo de 2011

Cena para dos



Eran las doce en punto y ambas se encontraban esperando en la puerta. Habían decidido ir directamente a la principal, nada de puertas traseras; no les importaba el peligro, no lo temían, podían con todo.

Pasaban ya tres minutos de medianoche y ella seguía sin presentarse. Habían quedado las tres para comer; pero, al parecer, Enriqueta no tenía pensado acudir.

Caminaron hacia la puerta de atrás, quizá ella estuviese allí. Nada, no estaba. Tal vez sospechara de ellas, tal vez supiera que Sara y Liney no solo iban a beber del banco de sangre sino que también se la iban a comer a ella. No podían permitirlo, Enriqueta sabía demasiado y tenía que morir.

Eran ya y cuarto, así que entraron y cenaron. Que no estuviera con ellas el plato principal no significaba que estuvieran dispuestas a morirse, por así decirlo, de hambre.

Estaba tan y tan fresca... Cada tipo de sangre sabía diferente. La 0 positiva era la más común que había y, por tanto, no tenía el mismo valor que la AB negativa. Esta tenía un fresco y adictivo sabor que hacía que quisieran más y más y más... Pero, al no ser tan común, se acababa antes.

Cuando estuvieron satisfechas decidieron marchar. Eran casi la una y media. No sabían si ir cada una a su casa o hacerle una visita a Enriqueta. Seguramente esta preveía la visita de las vampiresas y estaba alerta; y ellas dos no querían complacerla yendo a su casa y dándole la razón respecto a sus augurios. Si iban a su casa tenía que ser en otro momento, cuando Enriqueta no se lo esperara.

Acabaron marchando a casa; satisfechas, felices, empachadas, llenas de sangre, con ganas de volver otra noche.

Enriqueta pasó la noche en vela.



(La segunda parte la hizo Liney; y, si no hay segunda, no vale la pena publicar la tercera parte).

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