Lo
único seguro en aquel momento era que estaba sola, que él se había
marchado y que era posible que no volvieran a estar juntos.
Y seguía sonando esa triste melodía en su cabeza, una canción con un ritmo melancólico que la hacía recordar tiempos mejores. Un leve movimiento de su cuerpo al sentir esa música que la envolvía, esa armonía que la abrazaba. Y
la imagen de la cálida sonrisa de unos labios varoniles que se movían,
al unísono de aquel cariacontecido cantar que se escuchaba, para
formular esa pregunta a la que ella respondía mintiendo para no causar
dolor a su corazón:
- No me pasa nada, estoy bien...
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