Cuándo,
exactamente, perdí el rumbo y fui directa a la deriva; cuándo dejé de seguirte
a tu misma velocidad; cuándo tu navío se volvió tan desconfiado y cuándo el mío
tan extraño.
Dime por qué terminé chocando contra el iceberg; por qué naufragué y me ahogué
entre miles y miles de lágrimas heladas; por qué perdí la cabeza por un
luctuoso pirata capaz de robarle a una dama su más preciado tesoro; y por qué
ahora no puedo dejar de pensar en aquel corsario.
Señálame dónde puedo ir; dónde pasar mis últimos días sin recordarte por
cualquier tontería y a cada instante; dónde volver a reír cual niña en un seis
de enero; y dónde no verte por todas partes.
Muéstrame quién es capaz de curarme; quién ahuyentará mis fantasmas; quién
puede despertarme de este sueño; y quién devolverme a la realidad.
Dime qué hice mal; qué pecado cometí para que te fueras así; qué fue aquello
que te hizo cambiar; y qué lo que te hizo rehusar.
Explícame cómo olvidarte; cómo rememorar el pasado sin hacer que aquel mar por
el que navegábamos aumente; cómo mirarte sin desear hacerte pagar por todos los
daños causados; y cómo dejar de odiarte.
Y luego, si te atreves, remata tu labor y haz que este tesoro que un día me usurpaste deje de existir.
Y luego, si te atreves, remata tu labor y haz que este tesoro que un día me usurpaste deje de existir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario