domingo, 8 de junio de 2014

He intentado lo imposible

He intentado lo imposible: he intentado no estar triste y no lo he conseguido. He intentado no atiborrarme a golosinas en mitad de la noche mientras pienso que mi vida no tiene sentido, tanto si estás tú como si no. No masticarlas tan rápidamente y tragármelas casi sin saborearlas mientras noto cómo vuelve el frío a mi piel, y hace que necesite ponerme el pijama de otoño o taparme con las sábanas de primavera. He intentado no sentir la necesidad de llenar este vacío que tengo en el pecho con azúcar, no sentir la necesidad de cubrir tu amarga ausencia con dulces más o menos baratos que sólo son fruto de un capricho puntual y que sólo causan dolor de estómago. Y he intentado, por supuesto, no llorar. Ya lo he dicho antes: he intentado lo imposible. He intentado no irme corriendo al baño en bragas y con un nudo en la garganta. He intentado no chocarme contra las paredes, no arrastrarme por los suelos. He intentado no desplomarme en el pequeño cuarto de baño, no lloriquear como una cría adolescente cuyo novio la ha dejado tras tres meses de amor verdadero, he intentado no berrear como una desesperada.
 
Lo he intentado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario